Lucrecia Dalt explora la vulnerabilidad en “A Danger to Ourselves”
Esta entrega rechaza las estructuras en favor de bajos, percusiones y voces que se cruzan y se interrumpen generando musicalidad desde la fricción. El productor y percusionista Alex Lázaro provee el esqueleto rítmico; David Sylvian aporta co-producción y presencia instrumental; Juana Molina coescribe y canta en “The Common Reader”; Camille Mandoki vuelve a aparecer en “Caes”; Cyrus Campbell define la base con bajo eléctrico y acústico; y Eliana Joy añade cuerdas y coros que expanden el registro emocional del disco.
En contraste con proyectos previos como ¡Ay! (2022) —su quiebre sci-fi bolero—, aquí la artista no se apoya en ficciones externas, sino que toma el riesgo de construir desde fragmentos en giras y en los primeros trazos de una relación. Como ella misma lo señala:
“Quería crear música que fluyera de manera cinematográfica, para contar una historia de amor que coquetea con lo improbable, lo milagroso y lo misterioso.”
“A Danger to Ourselves” es un álbum que llega precedido por tres singles. “Divina”, con un video dirigido por Tony Lowe, “Caes”, colaboración con Camille Mandoki, el video recorre el suroeste de Estados Unidos y la Ciudad de México. Ahí, Dalt lanza una declaración críptica, y el más reciente y último, “No death no danger” nos lleva por un visual más frontal: un entorno teñido de rojos donde el cuerpo de Dalt se funde con el pulso de la canción, transformando la coreografía con resistencia vital.
“A Danger to Ourselves” abre la voz de Dalt con una claridad inédita, bordeando lo sublime y lo indomable, ya disponible en vinilo, CD y digital.